Un estudio sugiere que el Sol podría sufrir una potente super llamarada

El Sol dista mucho de ser tranquilo. Su superficie se agita con la convección, su campo magnético se rompe y reconecta continuamente, y libera energía a través de violentas llamaradas y estallidos de plasma conocidos como eyecciones de masa coronal (CME).
La mayor parte de la actividad solar supone una pequeña amenaza para la Tierra, pero ocasionalmente el Sol entra en erupción con una llamarada tan potente que puede causar daños importantes. Por desgracia, los científicos aún no saben con exactitud con qué frecuencia se producen estos fenómenos. Las estimaciones oscilan entre una vez por siglo y una vez cada mil años.
Un nuevo estudio, sin embargo, sugiere que el extremo inferior de esa escala podría estar más cerca de la verdad. Analizando las tasas de erupción de 56.400 estrellas similares al Sol, los investigadores han calculado que el Sol podría producir una super llamarada aproximadamente una vez cada 100 años. De ser cierto, este dato es preocupante, sobre todo si se tiene en cuenta que el tristemente célebre evento Carrington de 1859, que perturbó los sistemas telegráficos mundiales, sólo alcanzó el 1% de la intensidad de una super llamarada.
«Nos sorprendió mucho», señala el astrónomo Valeriy Vasilyev, del Instituto Max Planck para la Investigación del Sistema Solar, “que las estrellas similares al Sol sean propensas a super llamaradas tan frecuentes”.
Entender con qué frecuencia emite el Sol esas colosales ráfagas de radiación es todo un reto. Los científicos no pueden reproducir acontecimientos pasados, y las pruebas indirectas -como los picos de carbono 14 en los anillos de los árboles o las trazas de nitrógeno en el hielo polar- sólo proporcionan una visión parcial.
Estimaciones más precisas con estrellas enanas amarillas de tipo G

Para afinar sus estimaciones, los investigadores recurrieron a las estrellas enanas amarillas de tipo G, similares a nuestro Sol, y observaron su actividad de llamaradas. Sin embargo, medir la velocidad de rotación de estas estrellas -un factor probablemente relacionado con la frecuencia de las erupciones- no siempre es sencillo.
Reconociendo esta limitación, Vasilyev y su equipo ampliaron su estudio para incluir estrellas con velocidades de rotación desconocidas pero con brillo y temperatura similares a los del Sol. También excluyeron las estrellas con periodos de rotación inferiores a 20 días, ya que una rotación más rápida suele indicar estrellas más jóvenes y activas. En comparación, el periodo de rotación del Sol es de 25 días.
Analizando una muestra de 56.450 estrellas similares al Sol, el equipo observó 2.889 superfulguraciones en 2.527 estrellas. Sus hallazgos sugieren una frecuencia de super llamaradas de aproximadamente una vez cada siglo.
¿Qué significa esto para el Sol? Aunque su comportamiento sigue siendo incierto, sabemos que puede desencadenar potentes perturbaciones. El evento Carrington de 1859, por ejemplo, incluyó tanto una llamarada solar como una CME que causó una tormenta geomagnética masiva en la Tierra. Esta tormenta sobrecargó los sistemas telegráficos de todo el mundo, provocando incendios y creando auroras visibles cerca del ecuador.
Comprender las tormentas geomagnéticas: De los apagones de 1989 a los antiguos eventos Miyake
Más recientemente, una tormenta geomagnética en 1989 perturbó las redes eléctricas, provocando apagones generalizados. A través de los registros de los anillos de los árboles se han identificado fenómenos aún más extremos, conocidos como fenómenos Miyake. Estas supertormentas, mucho más intensas que el fenómeno Carrington, se han producido nueve veces en los últimos 15.000 años, la última de ellas en el año 774 de nuestra era. Sin embargo, no todas las llamaradas solares van acompañadas de CME, y la relación entre las super llamaradas y estos fenómenos de partículas extremas sigue sin estar clara.
«No está claro si las llamaradas gigantescas van siempre acompañadas de eyecciones de masa coronal ni cuál es la relación entre las super llamaradas y los fenómenos extremos de partículas solares», explica el astrofísico Ilya Usoskin, de la Universidad de Oulu (Finlandia). «Esto requiere más investigación».
Las erupciones solares por sí solas pueden interrumpir las radiocomunicaciones de alta frecuencia al alterar la ionosfera, pero las CME suponen un riesgo mucho mayor. Generan corrientes de tierra que pueden sobrecargar las redes eléctricas y dañar las infraestructuras. La mejor defensa contra estos fenómenos reside en una previsión precisa, que requiere un conocimiento más profundo del comportamiento del Sol.
«Los nuevos datos nos recuerdan que incluso los fenómenos solares más extremos forman parte del repertorio natural del Sol», afirma la astrofísica Natalie Krivova, del Instituto Max Planck para la Investigación del Sistema Solar.
Mientras los investigadores siguen desentrañando los misterios de la actividad solar, una cosa está clara: prepararse para los estallidos naturales del Sol, aunque poco frecuentes, es más importante que nunca.
Read Original Article: Science Alert
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