Relacionan el consumo de alimentos muy elaborados con un mayor riesgo de cáncer

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Un completo estudio ha establecido una correlación entre el mayor consumo de alimentos ultraprocesados y una mayor probabilidad de desarrollar cánceres de cabeza, cuello y esófago. De forma sorprendente, la obesidad, a menudo consecuencia del consumo excesivo de estos alimentos, no apareció como un factor contribuyente significativo. Esto subraya la importancia de explorar factores más allá de la grasa corporal para comprender esta conexión.
Por lo general, los alimentos ultraprocesados (UPF) tienen un alto contenido energético pero un bajo valor nutricional, y contienen aditivos poco comunes en los platos caseros, como conservantes, emulgentes, edulcorantes y colorantes y saborizantes artificiales. Entre los ejemplos se encuentran los helados, el jamón, las salchichas, los dulces, los cereales de desayuno, las galletas y las bebidas carbonatadas. El consumo de UPF se ha relacionado con un mayor riesgo de obesidad.
Estudio de la Universidad de Bristol sobre alimentos ultraprocesados y riesgo de cáncer
Un estudio reciente dirigido por la Universidad de Bristol ha investigado la relación entre el consumo de alimentos ultraprocesados (UPF) y el riesgo de desarrollar cáncer de cabeza, cuello y esófago, centrándose en determinar el papel de la obesidad en esta asociación.
Según Fernanda Morales-Bernstein, autora principal y correspondiente del estudio, “los FUP se han asociado con el exceso de peso y el aumento de la grasa corporal en varios estudios observacionales. Esto es lógico, ya que suelen ser sabrosas, cómodas y baratas, lo que favorece el consumo de porciones grandes y un número excesivo de calorías. Sin embargo, fue interesante que en nuestro estudio la relación entre el consumo de UFP y el cáncer del tracto aerodigestivo superior no pareciera explicarse en gran medida por el índice de masa corporal y la relación cintura-cadera”.
Partiendo de un estudio anterior que halló una correlación positiva entre un mayor consumo de UPF y el riesgo de cáncer de cabeza y cuello y de adenocarcinoma de esófago, la investigación actual pretendía profundizar en estos hallazgos. El estudio abarcó a 450.111 participantes de la Investigación Prospectiva Europea sobre Cáncer y Nutrición (EPIC), a los que se siguió durante casi 14 años. Los participantes, procedentes de 10 países europeos, tenían entre 35 y 69 años en el momento del reclutamiento, y el 70,8% eran mujeres.
Componentes e incidencia del cáncer en el estudio
Los FUP consumidos por los participantes incluían principalmente bebidas gaseosas, bebidas azucaradas sin gas, productos lácteos ultraprocesados, panes ultraprocesados y carnes ultraprocesadas. A lo largo de la duración del estudio, se produjeron 910 casos de cáncer de cabeza y cuello y 215 casos de adenocarcinoma de esófago.
El análisis reveló que un aumento del 10% en el consumo de alimentos ultraprocesados (UPF) estaba relacionado con un 23% más de riesgo de cáncer de cabeza y cuello y un 24% más de riesgo de adenocarcinoma de esófago. Sin embargo, el aumento de la grasa corporal sólo explicaba una pequeña parte de la asociación estadística observada entre el consumo de UPF y el riesgo de padecer estos cánceres del tracto aerodigestivo superior.
Los investigadores proponen, basándose en sus conclusiones sobre el aumento de la grasa corporal, que es probable que intervengan otros mecanismos. Entre ellos podría estar el impacto de los emulgentes y los edulcorantes artificiales, que se sabe que están asociados a un mayor riesgo de enfermedad, así como los contaminantes de los envases de los alimentos y del proceso de fabricación.
Consideración de los investigadores sobre el consumo inusual de UPF y el riesgo de muerte accidental
Los investigadores reconocen la existencia de posibles sesgos en sus hallazgos, en particular una asociación poco habitual entre un mayor consumo de UPF y un mayor riesgo de muerte accidental. George Davey Smith, uno de los coautores del estudio, señala: “Los UPF se asocian claramente con muchos resultados adversos para la salud, pero sigue sin estar claro si realmente los causan o si son factores subyacentes, como los comportamientos generales relacionados con la salud y la posición socioeconómica, los responsables de la relación, como llama la atención la asociación con las muertes accidentales.”
Sin embargo, dado que la grasa corporal no explicaba de forma significativa la asociación entre UPF y cáncer, los investigadores sugieren dejar de centrarse únicamente en el sobrepeso o la obesidad. Fernanda Morales-Bernstein señaló: “Es poco probable que centrarse únicamente en el tratamiento de la pérdida de peso, como la semaglutida, contribuya en gran medida a la prevención de los cánceres del tracto aerodigestivo superior relacionados con el consumo de UPF.”
Es necesario seguir investigando para determinar los mecanismos, más allá de la grasa corporal, que pueden contribuir al riesgo de cáncer indicado en el estudio. La repetición de los resultados también es crucial, dada la antigüedad del estudio EPIC.
Inge Huybrechts, otra coautora, subrayó la necesidad de cohortes con evaluaciones de seguimiento dietético a largo plazo, que tengan en cuenta los hábitos de consumo contemporáneos. Afirmó: “Se necesitan cohortes con evaluaciones de ingesta de seguimiento dietético a largo plazo, que tengan en cuenta también los hábitos de consumo contemporáneos, para replicar los hallazgos de este estudio, ya que los datos dietéticos del EPIC se recogieron en la década de 1990, cuando el consumo de UPF era todavía relativamente bajo. Como tal asociación puede ser potencialmente más fuerte en cohortes que incluyan evaluaciones de seguimiento dietético recientes.”
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