Parejas en Las que la Mujer es la Principal Fuente de Ingresos: Menor Satisfacción Vital
Se espera que un número significativo de mujeres asuman el papel de principal fuente de ingresos en algún momento de sus relaciones, aunque sea temporalmente. El panorama cambiante de los modelos de empleo y los roles de género repercutirá en numerosos hogares.
No obstante, nuestro reciente estudio, que fue sometido a una revisión inter pares, demuestra que en las parejas heterosexuales, el bienestar general disminuye cuando la mujer es la proveedora única, a diferencia de las situaciones en las que el hombre es el principal perceptor de ingresos o cuando ambos miembros de la pareja trabajan.
Un reciente análisis de más de 14 años de datos de encuestas sociales europeas reveló que tanto hombres como mujeres experimentan una menor satisfacción vital cuando la mujer de una relación heterosexual es el sustentador principal, siendo los hombres los más afectados. Este efecto persiste aunque se controlen factores como los ingresos, las actitudes de género y otras características individuales.
En este estudio se examinaron las respuestas de más de 42.000 personas en edad laboral de nueve países. El bienestar se midió pidiendo a los participantes que calificaran su satisfacción vital general en la escala de cero (muy insatisfecho) a diez (muy satisfecho). La mayoría de las personas puntuaron entre cinco y ocho.
Puntos de satisfacción vital
Los “puntos de satisfacción vital” ayudaron a comparar el bienestar de los distintos grupos. Inicialmente, los hombres declararon una puntuación de satisfacción vital de 5,86 cuando la pareja femenina era la única que percibía ingresos, frente a 7,16 cuando la pareja masculina era la única que percibía ingresos. En el caso de las mujeres, las cifras correspondientes eran 6,33 y 7,10, respectivamente.
Los problemas a los que se enfrentan las parejas en las que la mujer es el sostén de la familia son más pronunciados en alemania, seguida del Reino Unido, Irlanda y España. Sin embargo, el problema era generalizado en toda Europa, incluso en países con mayor igualdad de género, como Finlandia.
Es interesante señalar que los hombres parecen tener más dificultades psicológicas que las mujeres en los hogares en los que el cabeza de familia es una mujer. Según el estudio, los hombres experimentan una carga Psicológica tan importante cuando sus parejas femeninas son las principales generadoras de ingresos, que preferirían que sus parejas estuvieran completamente desempleadas. Después de tener en cuenta las características básicas, los niveles de ingresos y las actitudes de género, los hombres desempleados declararon una satisfacción vital significativamente mayor cuando ambas compañeras estaban en paro.
La observación de sus parejas yendo a trabajar a diario, ya fuera en una oficina o desde casa, parecía tener un impacto negativo en la autopercepción de los hombres desempleados. No obstante, cuando sus parejas se encontraban en una situación similar, los hombres desempleados podían sentirse menos estigmatizados por su propia falta de empleo.
Es interesante señalar que los hombres de las parejas formadas por una mujer y una ganadora del pan declararon tener el bienestar más bajo cuando estaban desempleados en lugar de “inactivos” (no buscaban trabajo activamente, sino que se dedicaban a las tareas domésticas u otras responsabilidades asistenciales). El subempleo se asoció a mayores costes psicológicos, como dudas sobre uno mismo, incertidumbre, soledad y estigma social. El estudio no tuvo en cuenta a las personas inactivas por motivos de salud o discapacidad.
Los hombres desempleados expresaron su preferencia por intercambiar los papeles con sus esposas. Los hombres declararon un bienestar significativamente mayor cuando la mujer estaba desempleada que ellos mismos, mientras que las mujeres declararon un bienestar igual de bajo independientemente de cuál de los dos miembros de la pareja estuviera desempleado.
Características de los hogares
En los hogares en los que la mujer es la principal fuente de ingresos, las características pueden arrojar luz sobre los factores que contribuyen a su menor bienestar. La media de ingresos de estas parejas suele ser inferior a la de los hogares con dos miembros o en los que el hombre es el principal perceptor de ingresos. También es más probable que tengan dificultades para hacer frente a sus ingresos actuales. Además, hay más hombres en los hogares en los que la mujer es el sostén de la familia que afirman tener un estado de salud de regular a muy malo y un nivel educativo más bajo.
Al controlar estos factores, junto con características básicas como la edad y los hijos, así como las actitudes respecto a los roles de género y la participación de cada miembro de la pareja en los ingresos del hogar, el bienestar de las mujeres sólo muestra un descenso marginal (-0,048 puntos de satisfacción vital) cuando la mujer es la única perceptora de ingresos en lugar del hombre.
No obstante, incluso después de tener en cuenta estos factores, el bienestar de los hombres sigue siendo significativamente inferior, con una diferencia de más de medio punto de satisfacción vital (-0,585) cuando la mujer es la única que gana dinero. En Alemania, esta diferencia supera un punto de satisfacción vital (-1,112).
Por consiguiente, aunque las características de las parejas formadas por una mujer y un cabeza de familia explican en gran medida el menor bienestar observado en las mujeres, no explican totalmente la disparidad en el bienestar de los hombres.
Relaciones entre masculinidad, empleo y bienestar
En numerosos países, ser el principal sostén de la familia sigue siendo fundamental para el sentimiento de identidad de los hombres. Proporcionar apoyo económico a la familia está fuertemente vinculado a las nociones de masculinidad y de ser un “buen” padre. Cuando estos papeles se intercambian, las parejas pueden enfrentarse a consecuencias sociales como cotilleos, burlas, juicios de conocidos, así como problemas de salud mental.
Los desempleados varones pueden ser especialmente vulnerables a los sentimientos de aislamiento y soledad, ya que tienen menos probabilidades que las mujeres de contar con redes sociales basadas en relaciones comunitarias o de cuidado, como las amistades formadas en la escuela.
Por otra parte, las expectativas de desinterés basadas en el género pueden llevar a las mujeres a hacer más esfuerzos que los hombres para ocultar a sus parejas el verdadero alcance de su angustia. La dinámica también puede funcionar a la inversa: cuando el hombre está desempleado, la mujer puede estar más en sintonía con sus luchas y verse afectada negativamente por ellas, en comparación con lo que ocurriría si sus papeles estuvieran invertidos.
No obstante, el desempleo se ha convertido en un aspecto común del mundo laboral moderno, afectando a profesionales de clase media que históricamente estaban protegidos de este riesgo. Nuestros resultados sugieren que las normas de género influyen en la forma en que las parejas afrontan el desempleo, ya que los hombres dan más importancia a su propia situación laboral que sus parejas femeninas.
Por otra parte, la angustia de los hombres en una situación en la que la mujer es el sostén de la familia puede disuadir a las mujeres de buscar trabajo o puestos mejor pagados, perpetuando las desigualdades de género en las tasas de empleo, la promoción profesional y los ingresos.
Evidentemente, aún queda mucho camino por recorrer para desmantelar la asociación entre el mantenimiento del hogar y la masculinidad. Es crucial cuestionar la idealización del mantenimiento del hogar masculino para que los hombres dejen de sentirse fracasados cuando no cumplen estas expectativas.
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