Los salvajes rasgos menopáusicos de los chimpancés desafían las teorías sobre la evolución humana.

Con la excepción de un pequeño número de especies de ballenas, la menopausia es un hecho único y constante entre los mamíferos. A diferencia de la mayoría de los animales, que mantienen sus capacidades reproductivas durante toda la vida, los humanos constituyen una anomalía significativa, ya que las hembras suelen pasar hasta la mitad de su vida en una fase post-reproductiva.
Un informe pionero publicado en la revista Science revoluciona el campo de la biología evolutiva al aportar algunas de las pruebas iniciales de la menopausia en una población natural de primates no humanos. Los resultados indican que un grupo de hembras de chimpancé de Uganda presenta indicadores hormonales y demográficos de menopausia y vive hasta dos décadas más allá de su edad reproductiva.
Menopausia salvaje frente a menopausia en cautividad
Kevin Langergraber, autor principal del estudio, señala que existen numerosos casos aislados de animales que muestran signos de menopausia. En muchos casos, los animales en cautividad, como los que se encuentran en los zoológicos, siguen viviendo años después de su última reproducción. Esto suele atribuirse a las condiciones artificialmente optimizadas del cautiverio, como el acceso a atención médica, la abundancia de alimentos y la ausencia de depredadores.
Sin embargo, su revolucionario descubrimiento radica en la demostración de una considerable longevidad posreproductiva en una población de chimpancés salvajes, que hasta ahora sólo se había observado en humanos y en unas pocas especies de ballenas dentadas.
Los nuevos hallazgos proceden del Proyecto de Chimpancés de Ngogo, una iniciativa de conservación e investigación a largo plazo que lleva casi tres décadas controlando una gran comunidad de chimpancés en el Parque Nacional de Kibale, en Uganda. Kevin Langergraber, asociado a la Universidad Estatal de Arizona, codirige este proyecto desde 2011.
El estudio analizó 21 años de datos, centrados en numerosas hembras de chimpancé, para establecer una métrica denominada representación posreproductiva (PrR). Como explica el biólogo evolutivo Michael Cant en su comentario sobre la investigación, la PrR mide la proporción de la vida adulta de un animal que pasa en estado posreproductivo.
Los chimpancés Ngogo y su singular representación postreproductiva (PrR)
En la mayoría de los mamíferos, incluidas otras poblaciones de chimpancés, la PrR es bastante baja (oscila entre 0,001 y 0,04). Sin embargo, la población Ngogo, según revela el nuevo estudio, presentaba una PrR de 0,2, lo que indica que, de media, las hembras pasan el 20% de su edad adulta en estado postreproductivo. Este valor es notablemente similar al observado en los seres humanos (que oscila entre 0,3 y 0,47) y en algunas especies de ballenas (entre 0,24 y 0,4).
Estos sorprendentes resultados plantean una pregunta fundamental: ¿por qué la población de chimpancés Ngogo presenta una esperanza de vida postreproductiva tan considerable? Langergraber especula con la posibilidad de que las peculiares condiciones ecológicas que experimenta el grupo Ngogo permitan una mayor longevidad en comparación con la mayoría de las poblaciones de chimpancés salvajes. Sin embargo, también sugiere que la prolongación de la vida de los chimpancés podría no ser históricamente infrecuente.
La menopausia de los chimpancés a través de la evolución
Una posibilidad es que la prolongación de la vida posreproductiva fuera más frecuente a lo largo de la historia evolutiva de los chimpancés. La ausencia de tales períodos de vida en las poblaciones contemporáneas podría deberse a las bajas tasas de supervivencia más allá de los 50 años, principalmente a causa de los recientes impactos adversos de las actividades humanas. Muchos otros grupos de chimpancés actualmente en estudio habitan entornos más degradados que Ngogo y se han visto afectados por graves epidemias de enfermedades originadas por el hombre.
La cuestión más intrigante que plantea este estudio se refiere a la finalidad que persigue este importante PrR en la población de chimpancés. La singularidad de la menopausia humana se explica a menudo por la hipótesis de la abuela, que sugiere que las hembras humanas de más edad desempeñan un valioso papel ayudando a criar a la descendencia de sus hijos. Esta hipótesis suele citarse como un argumento de peso para explicar la singularidad de la menopausia en los humanos.
Sin embargo, se sabe que las hembras de chimpancé viven separadas de sus crías y migran a nuevos grupos a medida que envejecen. Por consiguiente, la hipótesis de la abuela no permite comprender por qué ha evolucionado la menopausia en esta comunidad de chimpancés.
La hipótesis del conflicto intergeneracional: Una nueva perspectiva sobre la menopausia de los chimpancés
Langergraber introduce una idea alternativa para explicar la presencia de la menopausia en los chimpancés Ngogo, conocida como la hipótesis del conflicto intergeneracional. Explica que en ciertas especies, como los chimpancés y, de forma más controvertida, los humanos, el sistema de dispersión por sexos hace que las hembras estén más emparentadas genéticamente con los miembros del grupo a medida que envejecen. En los chimpancés (y potencialmente en los humanos ancestrales), los machos permanecen en el grupo donde nacieron, mientras que las hembras se desplazan a nuevos grupos para reproducirse. Como resultado, las hembras inicialmente no están emparentadas con nadie cuando se unen a un nuevo grupo, pero con el tiempo tienen hijos que permanecen en el grupo y les producen nietos.
“Consideremos un escenario en el que existe competencia entre las hembras por un número limitado de oportunidades reproductivas. Según la hipótesis del conflicto intergeneracional, se predice que las hembras de más edad deberían ceder estas escasas oportunidades reproductivas a las hembras más jóvenes y dejar de reproducirse. Desde la perspectiva de las hembras mayores, parte de la descendencia producida por las hembras más jóvenes serán nietos de las hembras mayores (es decir, la descendencia de sus hijos).
Por el contrario, las hembras más jóvenes no tienen ningún incentivo para apoyar los esfuerzos reproductivos de las hembras mayores. Este tipo de sistema de parentesco femenino por edades se observa en muy pocas especies (como los chimpancés, ciertas ballenas dentadas y, potencialmente, los humanos), y las que lo tienen tienden a prolongar su esperanza de vida posreproductiva.”
Armonía de teorías: La coexistencia de las hipótesis de la abuela y del conflicto intergeneracional
Langergraber sostiene que la hipótesis de la abuela y la hipótesis del conflicto intergeneracional no se excluyen mutuamente. Por lo tanto, en el caso de los humanos, es probable que ambos conceptos desempeñen un papel en el desarrollo evolutivo de la menopausia.
En su comentario sobre el estudio, Cant también sugiere que la transferencia de conocimientos intergeneracionales podría contribuir a las ventajas de un chimpancé posreproductivo dentro de un grupo. Por ejemplo, la experiencia de un chimpancé anciano en la localización de fuentes de alimentos escasos podría ser de gran valor.
“Las orcas son un ejemplo de hembras posreproductivas que lideran al grupo en la búsqueda de comida, sobre todo cuando las presas escasean”, señala Cant. “¿Podrían las hembras mayores de chimpancé ofrecer beneficios similares a los miembros de su grupo? Una investigación más profunda de las hembras postreproductivas de Ngogo podría ayudar a resolver esta cuestión.”
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