La presa del gigantesco megalodón finalmente ha sido revelada — y no es lo que pensábamos.

El enorme megalodón, uno de los mayores depredadores del período Neógeno, dominó los océanos durante unos 20 millones de años antes de desaparecer. Durante ese tiempo, se alimentó de prácticamente cualquier criatura marina lo suficientemente grande para convertirse en presa.
Nuevas evidencias desafían las viejas suposiciones
Esa es la conclusión de un nuevo estudio que analizó dientes fosilizados de megalodón y los comparó con dientes de tiburones modernos. Los hallazgos sugieren que, contrariamente a lo que se creía, el megalodón no se alimentaba exclusivamente de ballenas. Si bien las ballenas formaban parte de su dieta, el enorme tiburón era un depredador mucho más oportunista.
“Nuestro estudio pinta la imagen del megalodón como un depredador ecológicamente versátil”, dice el geoquímico Jeremy McCormack de la Universidad Goethe de Frankfurt, Alemania. “Era lo suficientemente flexible para alimentarse de mamíferos marinos y peces grandes, ocupando tanto los niveles superiores como inferiores de la cadena alimentaria, según lo que estuviera disponible.”

El megalodón vivió entre hace 23 millones y 3.6 millones de años y ocupaba firmemente la cima de la cadena alimentaria marina. Debido a que su esqueleto estaba compuesto principalmente de cartílago, lo que queda son dientes fosilizados y algunas vértebras. A partir de estos restos, los científicos estiman que medía entre 13 y 20 metros de largo, aunque algunos sugieren que podría haber crecido aún más.
Descubriendo secretos a través de los isótopos
Para obtener pistas sobre su dieta, los investigadores analizaron los isótopos de zinc en los dientes del megalodón. Los isótopos más ligeros (zinc-64) y más pesados (zinc-66) pueden indicar la posición de un animal en la cadena alimentaria: cuanto más arriba en la cadena, menos zinc-66 está presente.
Ese patrón fue evidente en los dientes del Megalodón y de su pariente extinto Otodus chubutensis. Dado que se desconoce la especie exacta en la base de la cadena alimentaria hace 18 millones de años, los investigadores compararon los hallazgos con especies modernas para reconstruir lo que podría haber comido el Megalodón.
“Las doradas, que se alimentan de mejillones y crustáceos, constituían el nivel más bajo de la cadena alimentaria que estudiamos”, explica McCormack. “Luego vinieron los tiburones más pequeños y los ancestros de los delfines y las ballenas. Después, tiburones más grandes como el tiburón tigre de arena. En la cima estaban tiburones gigantes como Araloselachus cuspidatus y el género Otodus, incluyendo al Megalodón.”
El estudio también encontró variaciones dietéticas regionales. Los dientes de Megalodón de Passau, Alemania, mostraron indicios de que se alimentaba de presas más bajas en la cadena alimentaria — una estrategia similar a la de los tiburones blancos modernos, conocidos por su caza oportunista.
Esta flexibilidad pudo haber sido un arma de doble filo. Investigaciones previas lideradas por McCormack sugieren que la competencia de depredadores emergentes como los tiburones blancos contribuyó al declive del Megalodón.
“Nos ofrece una nueva perspectiva sobre cómo han evolucionado los ecosistemas marinos a lo largo del tiempo geológico”, dice el paleobiólogo Kenshu Shimada de la Universidad DePaul en Estados Unidos, “pero, lo que es más importante, nos recuerda que incluso los superdepredadores ápice no están exentos de la extinción.”
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