La creciente sed de la atmósfera: Un factor clave pero ignorado en la intensificación de las sequías

Las sequías son cada vez más intensas y generalizadas en todo el mundo, pero la disminución de las precipitaciones no es la única razón. Un culpable menos conocido es la creciente demanda de agua por parte de la atmósfera.
En un reciente estudio de Nature, mis colegas y yo descubrimos que este aumento de la «sed atmosférica» -conocida técnicamente como demanda evaporativa atmosférica (DEA)- ha impulsado alrededor del 40% del empeoramiento de las condiciones de sequía observado entre 1981 y 2022.
Piénsalo así: si las precipitaciones son tus ingresos y la DEA es tu gasto, ni siquiera unos ingresos estables pueden evitar un déficit si tus gastos siguen aumentando. Esa es la realidad actual: se extrae más agua de la tierra de la que ésta puede dar de forma sostenible.
A medida que aumenta la temperatura global, la atmósfera extrae más humedad de suelos, ríos, lagos y vegetación. Como resultado, incluso en regiones donde las precipitaciones no han disminuido significativamente, la gravedad de la sequía sigue aumentando.
La DEA refleja cuánta humedad busca el aire en la superficie de la Tierra. Cuanto más calurosa, soleada, ventosa y seca sea la atmósfera, mayor será su demanda, independientemente de la cantidad de lluvia que caiga.
Eso significa que muchos lugares que experimentan precipitaciones similares a las de años anteriores se están secando ahora más rápida y completamente. El aumento de la demanda atmosférica añade presión en momentos de escasez de agua, agravando el estrés en ecosistemas y comunidades.
Nuestra investigación muestra que la DEA no sólo empeora las sequías actuales, sino que también aumenta su alcance geográfico. Entre 2018 y 2022, la superficie total mundial afectada por la sequía aumentó un 74%, y más de la mitad de esa expansión -58%- puede atribuirse al aumento de las DEA.
El año 2022 destacó como el más afectado por la sequía en más de 40 años. Más del 30% de la superficie terrestre se enfrentó a sequías de moderadas a extremas. Europa y África oriental, en particular, sufrieron graves impactos, principalmente debido al drástico aumento de la DEA y no necesariamente a la reducción de las precipitaciones.

En Europa, por ejemplo, la sequía generalizada provocó un descenso del nivel de los ríos que interrumpió la producción hidroeléctrica, pérdidas agrícolas por cultivos estresados y escasez de agua en las ciudades, lo que supuso una inmensa presión sobre las infraestructuras, la agricultura y los sistemas energéticos.
Para comprender mejor estos patrones, nuestro equipo utilizó datos climáticos de alta resolución, teniendo en cuenta la temperatura, el viento, la humedad y la radiación solar, todas ellas variables que influyen en la cantidad de agua que la atmósfera extrae de la tierra y las plantas. Esto nos permitió medir eficazmente la DEA, es decir, cuantificar la «sed» del aire.
Con esta información, aplicamos un índice de sequía mundialmente aceptado que combina las precipitaciones y la DEA. Esto nos ayudó a identificar el momento, la ubicación y las causas de las sequías. Y lo que es más importante, pudimos aislar el papel de la demanda atmosférica en el empeoramiento de las sequías.
De cara al futuro, las implicaciones del aumento de la DEA son especialmente preocupantes para las regiones propensas a la sequía, como África occidental y oriental, el sur y el oeste de Australia y el suroeste de Estados Unidos, donde la DEA ha contribuido a más del 60% de la gravedad de la sequía en los últimos 20 años.
Si ignoramos las DEA en la planificación y vigilancia de las sequías, corremos el riesgo de subestimar los retos que nos esperan. Se prevé que las temperaturas mundiales sigan aumentando, al igual que la frecuencia y la gravedad de las sequías. Prepararse para ello significa reconocer y planificar en función de la creciente sed de la atmósfera.
Entender las causas de la sequía
Determinar las causas de la sequía en regiones concretas es crucial para una resiliencia climática eficaz. La DEA debe ser una parte esencial de la vigilancia, previsión y respuesta a la sequía.
La adaptación de las estrategias depende de si el principal factor es la disminución de las precipitaciones o las DEA. Si el problema es la lluvia, hay que centrarse en la conservación y el almacenamiento del agua. Pero cuando el factor dominante es la DEA, las soluciones deben abordar las pérdidas por evaporación y el estrés hídrico de las plantas, mediante cultivos resistentes a la sequía, un riego eficiente, la mejora del suelo y la restauración de los ecosistemas.
Nuestros hallazgos confirman que el calentamiento global está impulsando un aumento de la DEA, lo que a su vez hace que las sequías sean más intensas, incluso cuando las precipitaciones no han disminuido. No tener en cuenta esta creciente sed atmosférica pone en mayor riesgo a las comunidades, los ecosistemas y las economías.
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