El JWST toma una fotografía detallada de las características de la nebulosa Cabeza de Caballo

El JWST toma una fotografía detallada de las características de la nebulosa Cabeza de Caballo

JWST captó una imagen en infrarrojo cercano del límite de la nebulosa Cabeza de Caballo. (Créditos: ESA/Webb, NASA, CSA, K. Misselt/Universidad de Arizona, y A. Abergel/IAS/Universidad Paris-Saclay/CNRS)

Una nueva perspectiva acaba de desvelar una famosa característica del cielo de nuestro planeta.

Investigaciones en el infrarrojo medio y cercano llevadas a cabo por el telescopio espacial James Webb han revelado características nunca vistas en la nube espacial de la nebulosa Cabeza de Caballo. El telescopio espacial se centró en la zona de la parte superior de la cabeza del «caballo», recogiendo zarcillos y filamentos con una resolución excepcional, produciendo una imagen increíblemente detallada.

Rasgos y características revelados

Empleando 23 filtros juntos, un grupo de astrónomos alcanzó una claridad notable. Esto les permitió controlar las emisiones de partículas de menos de 20 nanómetros, como los hidrocarburos aromáticos policíclicos interestelares. También pudieron observar la luz reflejada por partículas más grandes y detectar hidrógeno ionizado dentro de la nube.

La nebulosa Cabeza de Caballo en el infrarrojo cercano. (Créditos: ESA/Webb, NASA, CSA, K. Misselt/Universidad de Arizona, y A. Abergel/IAS/Universidad Paris-Saclay/CNRS)


Implicaciones para la comprensión astrofísica

Nebulosa Cabeza de Caballo, nube separada situada a 1.300 años-luz de distancia y componente del complejo de nubes moleculares de Orión, debe su nombre al hecho de que se asemeja a la cabeza de un caballo. Su densidad de gas y polvo es tal que aparece negra en la luz óptica, como las sombras. La nube puede verse como un agujero en el gas brillante circundante en varias imágenes.

Cuando se acerca u observa la nebulosa a longitudes de onda fuera del alcance de la vista humana normal, pasa de parecer una nada negra a una nube luminosa y ondulante. La nebulosa Cabeza de Caballo es calentada por el complejo vecino conocido con el nombre de Sigma Orionis, que comprende un sistema de estrellas muy jóvenes, masivas y calientes que arden a temperaturas de unos 34.600 Kelvin. La nebulosa Cabeza de Caballo no tiene una fuente de luz interna.

JWST captó una imagen de la zona de la nebulosa. (Créditos: ESA/Webb, NASA, CSA, K. Misselt/Universidad de Arizona, y A. Abergel/IAS/Universidad Paris-Saclay/CNRS, Mahdi Zamani The Euclid Consortium, Hubble Heritage Project/STScI AURA)


Debido a estas características, la nebulosa Cabeza de Caballo es un excelente laboratorio para estudiar las guarderías estelares. La «cabeza de caballo» es una masa de material compacta, colapsada gravitacionalmente, que contiene diminutas estrellas aún en formación ocultas por el polvo.

Futuras direcciones y significado científico de las fotos del JWST

Sin embargo, el material circundante se ve gravemente dañado por la potente radiación procedente de las estrellas situadas fuera de la nebulosa. Las moléculas que se rompen bajo los intensos rayos de luz ultravioleta lejana, un proceso conocido como fotodisociación, crean un campo de medio interestelar principalmente neutro. Por lo tanto, las fotos del JWST ayudarán a sondear la llamada región de fotodisociación (PDR) que rodea la nebulosa Cabeza de Caballo.

El mecanismo de fotoevaporación, en el que el gas es ionizado por la luz intensa y se evapora con éxito, también puede comprenderse mejor con la ayuda de estos nuevos datos.

Esta nebulosa vista por JWST en el infrarrojo medio. (Créditos: ESA/Webb, NASA, CSA, K. Misselt/Universidad de Arizona, y A. Abergel/IAS/Universidad Paris-Saclay/CNRS)


Por ahora, las fotos han permitido a un grupo de científicos distinguir entre una red de filamentos perpendiculares al frente de la PDR y los rasgos a pequeña escala que adornan el borde iluminado de la nebulosa Cabeza de Caballo. Esta red contribuye al flujo fotoevaporativo al contener gas y polvo.

No obstante, esto es sólo el principio. La próxima etapa consiste en examinar a fondo la luz emitida para determinar la constitución química del polvo y el gas, así como el tamaño y el flujo de los granos de polvo basándose en la dispersión de la luz. Esto permitirá crear un modelo exhaustivo de la evolución del polvo en la PDR y ayudará a comprender cómo evolucionan estas nubes y acaban evaporándose, liberando las estrellas nacientes atrapadas.


Read the original article on: ScienceAlert

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