Ciertos aspectos de la personalidad pueden proteger contra la demencia

Según estudios recientes, ciertos rasgos de la personalidad pueden elevar la probabilidad de ser diagnosticado de demencia, mientras que otros pueden mitigar este riesgo. No obstante, no existe una correlación uniforme entre la personalidad y la patología cerebral asociada a la demencia. Según los resultados, abordar rasgos específicos de la personalidad mediante intervenciones en etapas tempranas de la vida podría reducir el riesgo de demencia a largo plazo.
Las demencias están asociadas a diversas patologías, siendo la más conocida la enfermedad de Alzheimer (EA), marcada por la acumulación de placas beta amiloides y ovillos tau. Las investigaciones indican, sin embargo, una discrepancia entre el alcance de la patología cerebral y la expresión clínica del deterioro cognitivo. En aproximadamente un tercio de las personas mayores de 75 años se observan niveles significativos de beta amiloide y tau que cumplen los criterios de la EA, pero no muestran deterioro cognitivo.
El metaanálisis de UC Davis explora cómo los rasgos de personalidad y el bienestar se relacionan con el envejecimiento cognitivo y la demencia
Numerosos metaanálisis sugieren que la participación en actividades físicas, sociales y cognitivas contribuye a un envejecimiento cognitivo más saludable. Todos estos aspectos coinciden con los “cinco grandes” rasgos de la personalidad: conciencia, extraversión, apertura a la experiencia, neuroticismo y simpatía. Un metaanálisis reciente llevado a cabo por investigadores de la UC Davis explora la conexión entre los rasgos de personalidad, el bienestar subjetivo, la neuropatología y el diagnóstico de demencia.
Según Emorie Beck, autora principal y correspondiente, “nuestro objetivo era utilizar nuevas tecnologías para sintetizar estos estudios y evaluar la solidez y consistencia de estas asociaciones”.
Los investigadores realizaron un análisis a partir de los datos de ocho estudios longitudinales realizados en dos continentes y cuatro países. El conjunto de participantes ascendía a 44.531 personas, de las que 1.703 acabaron desarrollando demencia. La investigación se centró en los cinco grandes rasgos de la personalidad y en tres facetas del bienestar subjetivo: el afecto positivo y negativo y la satisfacción vital. Estas medidas se compararon con los síntomas clínicos de demencia derivados de las pruebas cognitivas y la patología cerebral observada durante la autopsia.
Según los resultados, la concienciación, la extraversión y el afecto positivo actuaron como factores de protección frente al diagnóstico de demencia, mientras que el Neuroticismo y el afecto negativo se identificaron como factores de riesgo. Adicionalmente, la apertura a la experiencia, la afabilidad y la satisfacción vital demostraron efectos protectores en un subconjunto más pequeño de estudios.
La estrecha asociación entre el afecto negativo y el diagnóstico de demencia, explorada en relación con la neuroinflamación y los factores psicológicos
Otro descubrimiento digno de mención fue la fuerte relación entre el afecto negativo y el diagnóstico de demencia. La afectividad negativa, caracterizada por estados de ánimo adversos como la ira, la ansiedad, el asco, la culpa y el miedo, está estrechamente asociada con el neuroticismo. En investigaciones anteriores se ha sugerido que el afecto negativo se correlaciona con la neuroinflamación, especialmente en individuos con niveles elevados de beta amiloide. Esta inflamación podría predisponer a los individuos a padecer síntomas depresivos, estableciendo una relación bidireccional entre la inflamación y los factores psicológicos. En otras palabras, los síntomas depresivos están relacionados con la inflamación, y la inflamación puede inducir síntomas depresivos.
Sorprendentemente, los investigadores descubrieron una falta de conexiones consistentes entre los rasgos de personalidad y las características neuropatológicas observadas en cerebros post mortem de individuos con demencia.
El principal autor, Beck, expresó su asombro: “Este fue el hallazgo más sorprendente para nosotros. Aunque la personalidad es indicativa del rendimiento en las pruebas cognitivas, no está asociada a la patología, ¿qué podría estar ocurriendo?”.
Según los investigadores, ciertos rasgos de la personalidad podrían aumentar la resistencia de los individuos al deterioro cognitivo en la demencia. Los que presentan niveles elevados de estos rasgos podrían hacer frente a dicho deterioro y sortearlo.
Los investigadores examinaron los posibles factores moderadores de la relación entre personalidad, riesgo de demencia y neuropatología, como la edad, el sexo y la educación, y hallaron asociaciones limitadas.
Beck señaló: “No encontramos casi ninguna evidencia de efectos, excepto que el efecto protector de la concienciación aumentaba con la edad”.
Restringido acceso a datos neuropatológicos, con sesgo geográfico en el origen de las muestras
Otra limitación crucial del estudio fue el acceso restringido a los marcadores neuropatológicos, pues la mitad de las muestras carecían de datos de autopsia y todas las muestras con marcadores neuropatológicos procedían de Estados Unidos.
Este metanálisis no sólo reprodujo sino que también amplió la investigación previa, proporcionando pruebas sólidas de que los diagnósticos de deficiencia están relacionados con el neuroticismo, la conciencia y el afecto negativo a través de diversas muestras, medidas y períodos de tiempo. Es fundamental seguir investigando para profundizar en la cronología de estas asociaciones y en los mecanismos subyacentes.
Las conclusiones apuntan a que abordar los rasgos de personalidad mediante intervenciones en etapas tempranas de la vida podría mitigar el riesgo de demencia a largo plazo.
Las investigaciones futuras del equipo pretenden ampliar su alcance, abarcando a individuos con neuropatología pero con un deterioro cognitivo mínimo. Además, los investigadores aspiran a explorar otros factores cotidianos que puedan contribuir al desarrollo de la demencia.
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