¿Aumenta o previene la obesidad el riesgo de demencia?

¿Aumenta o previene la obesidad el riesgo de demencia?

Crédito: Pixabay

Numerosas organizaciones de defensa de la demencia recomiendan mantener un peso saludable para reducir el riesgo de demencia. Sin embargo, algunos estudios han propuesto que la obesidad podría ofrecer protección contra la demencia. ¿Qué revela la investigación científica sobre este asunto?

En un principio, el vínculo entre obesidad y demencia parece sólido, ya que la obesidad en la mediana edad se asocia a un mayor riesgo de demencia en etapas posteriores de la vida. Ahora bien, surgen complejidades. A pesar del aumento de las tasas de obesidad, las tasas de demencia en Occidente han disminuido. Además, una «paradoja de la obesidad» sugiere que la obesidad puede reducir el riesgo de demencia.

Cuestiones de causalidad con datos limitados

Es difícil determinar la causalidad debido a las limitaciones de los datos. Unos experimentos aleatorios lo aclararían, pero son poco prácticos y poco éticos. Por ello, los investigadores se basan en estudios observacionales, que presentan sesgos como la causalidad inversa y los factores de confusión.

Hallazgos recientes ponen de relieve el papel de la inteligencia infantil. Una menor inteligencia en la infancia se correlaciona con un mayor riesgo de obesidad y peores capacidades cognitivas en la mediana edad. Por lo tanto, el vínculo entre la obesidad en la mediana edad y el deterioro cognitivo puede estar influido por la inteligencia infantil, lo que subraya la necesidad de una comprensión matizada.

Entonces, ¿cómo podemos abordar estas cuestiones de sesgo? Un enfoque innovador es realizar estudios de aleatorización mendeliana, a menudo apodados «el ensayo aleatorio de la naturaleza».

Los investigadores dividen a una gran población en dos grupos en función únicamente de si poseen un gen (o genes) asociado a la obesidad. Como estos genes se heredan al azar, la población se divide en dos grupos equilibrados en todos los factores, excepto en el estado de obesidad.

Aunque no carece de posibles sesgos, cualquier diferencia en el riesgo de demencia se atribuye directamente a la obesidad.

Este método se ha empleado en varios estudios, al menos diez, para investigar si la obesidad influye en la enfermedad de Alzheimer, la forma más prevalente de demencia. Sólo un estudio ha insinuado una conexión entre ambas.

Así pues, volviendo a la pregunta: ¿la obesidad eleva realmente el riesgo de demencia? Como advierten los científicos, la ausencia de pruebas no implica evidencia de ausencia. En otras palabras, carecer de datos suficientes para confirmar la relación no la refuta necesariamente.

La ciencia progresa gradualmente. Con la recopilación continua de datos y los avances en las técnicas, acabará apareciendo una respuesta más definitiva a esta pregunta.

Hasta entonces, es prudente seguir los consejos de las organizaciones benéficas contra la demencia y esforzarse por mantener un peso saludable. Hacerlo no sólo reduce el riesgo de otros problemas de salud importantes, sino que también podría mitigar el riesgo de demencia.


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