Enfurecer intensamente puede entrañar graves riesgos cardiacos

Con este titular se comunican eficazmente los posibles riesgos para la salud asociados a la ira, llamando la atención sobre el impacto de los arrebatos emocionales en la salud del corazón.
¿Recuerdas cuando tu vecino taló tu querido árbol o cuando tu jefe se atribuyó el mérito de tu duro trabajo en un proyecto?
Si esos recuerdos le despiertan emociones intensas, sería prudente hacer una pausa y respirar hondo.
Un estudio reciente realizado por un grupo de investigadores estadounidenses revela que incluso los ataques fugaces de ira pueden tensar el revestimiento de los vasos sanguíneos.
Episodios de ira y riesgo cardiovascular
Dado que investigaciones anteriores han relacionado este tipo de estrés con un mayor riesgo de cardiopatías y accidentes cerebrovasculares en personas con cardiopatías coronarias, los episodios de ira podrían poner directamente en peligro la vida de algunas personas.
Aunque estudios anteriores insinuaban una posible asociación entre la ira y la salud cardiovascular, los mecanismos precisos no estaban claros. Sin embargo, este estudio reciente demuestra que mantener un estado de relajación se correlaciona con unos vasos sanguíneos relajados.

En otros estudios, estas emociones también se han relacionado con problemas cardíacos, pero los investigadores observaron que los sentimientos de ansiedad y tristeza no provocaban las mismas respuestas en el revestimiento de los vasos sanguíneos.
Los investigadores asignaron aleatoriamente a 280 participantes sanos la tarea de evocar recuerdos de ira, ansiedad o tristeza, o de realizar una actividad neutra. Se tomaron muestras de sangre antes y después de estas tareas para analizar el revestimiento de los vasos sanguíneos.
Los resultados mostraron que sólo la tarea que provocaba ira alteraba la dilatación de los vasos sanguíneos, dificultando el flujo sanguíneo, que se normalizaba al cabo de 40 minutos.
Exploración del vínculo entre la expresión emocional y el riesgo cardiovascular
Aunque la expresión de la ira puede ser constructiva, este estudio sugiere que puede aumentar el riesgo de cardiopatía al contraer el flujo sanguíneo, especialmente cuando se experimenta de forma constante o crónica en personas ya predispuestas a padecer problemas cardiovasculares. Comprender la relación entre la ira y sus consecuencias biológicas es el próximo objetivo de la investigación.
Investigar más a fondo estos vínculos podría señalar objetivos de intervención para las personas con un riesgo cardiovascular elevado, en particular las propensas a la ira crónica.
Investigaciones futuras podrían explorar esta asociación en poblaciones de edad avanzada y en quienes toman medicación relacionada con el corazón.
Comprender cómo afectan las emociones a las funciones corporales mejora nuestra comprensión del bienestar mental y físico. En este caso, la ira provoca cambios en los vasos sanguíneos que no se dan en la ansiedad y la tristeza.
Los investigadores subrayan, por tanto, en su artículo publicado que no debemos considerar equivalentes todas las emociones negativas al examinar la fisiopatología de las enfermedades cardiovasculares.
Read the original article on: Science Alert