Descubrimiento de un asteroide que sugiere la existencia de abundante agua líquida

Descubrimiento de un asteroide que sugiere la existencia de abundante agua líquida

Asteroide Itokawa captado por la nave espacial Hayabusa. Este asteroide de tipo S, conocido por su característica forma de cacahuete, tiene un diámetro de unos 300 metros y completa una rotación completa cada 12 horas. Crédito: JAXA.


Un descubrimiento reciente de la nave espacial japonesa Hayabusa en la investigación de asteroides tiene profundas repercusiones en nuestra comprensión de la posible presencia de agua líquida en la mayor población de asteroides del sistema solar. Este descubrimiento depende de la detección en una muestra de asteroide de minúsculas partículas de sal, comúnmente conocida como cloruro sódico o sal de mesa.

Los cristales de sal no suelen despertar la imaginación de los científicos, pero estas minúsculas formaciones minerales han cautivado a los investigadores del Laboratorio Lunar y Planetario de la Universidad de Arizona.

Las pistas de los cristales de sal

La curiosidad que rodea a estos cristales de sal se debe a que su formación está intrínsecamente ligada a la existencia de agua líquida. Más cautivadora aún es la identidad del asteroide: la muestra procede de un asteroide de tipo S, una categoría históricamente considerada carente de minerales hidratados o portadores de agua.

Este descubrimiento pone en tela de juicio las suposiciones anteriores sobre la sequedad de una parte sustancial de los asteroides que atraviesan nuestro sistema solar.

Reformulando la hipótesis

Este descubrimiento, publicado en Nature Astronomy, revitaliza la idea de que una parte significativa, si no toda, del agua de la Tierra pudo llegar a través de asteroides durante los tumultuosos inicios de nuestro planeta.

Los autores principales del estudio, Tom Zega, profesor de Ciencias Planetarias en el Laboratorio Lunar y Planetario de la UArizona, y Shaofan Che, autor principal del estudio y becario posdoctoral en el Laboratorio Lunar y Planetario, llevaron a cabo un meticuloso análisis de las muestras recogidas en el asteroide Itokawa durante la misión japonesa Hayabusa de 2005, que fueron devueltas a la Tierra en 2010.

Esta ilustración ofrece una interpretación artística de la nave espacial japonesa Hayabusa haciendo contacto con el asteroide Itokawa durante su misión de 2005. Shaofan Che y Tom Zega, de la Universidad de Arizona, analizan una partícula recuperada de la misión Hayabusa y devuelta a la Tierra en 2010. Crédito: JAXA/Akihiro Ikeshita.

Probar el origen

Lo que convierte a este estudio en revolucionario es su capacidad para establecer de forma concluyente que los cristales de sal proceden del cuerpo madre del asteroide, eliminando así cualquier preocupación de contaminación que había plagado investigaciones anteriores.

De acuerdo con Zega, estos granos se asemejan a la sal de mesa común cuando se observan al microscopio electrónico, mostrando una perfección irreal en su estructura cristalina cuadrada.

Una nueva perspectiva de las condritas ordinarias

El estudio destaca la clasificación de la muestra como condrita ordinaria, un tipo de roca extraterrestre derivada de asteroides de tipo S, que constituyen aproximadamente el 87% de los meteoritos recogidos en la Tierra.

Curiosamente, se ha descubierto que muy pocos de estos asteroides contienen minerales que contengan agua, contrariamente a la creencia predominante de que las condritas ordinarias eran fuentes poco probables de agua en la Tierra.

Hipótesis del suministro de agua

Este descubrimiento tiene profundas implicaciones para las teorías sobre el suministro de agua a la Tierra primitiva. Coincide con la idea de que el agua en las regiones internas de la nebulosa solar, donde se formaron la Tierra y otros planetas rocosos, era escasa debido a las altas temperaturas.

Así pues, el agua debió de ser transportada desde las regiones exteriores, muy probablemente en forma de hielo a través de cometas o ciertos tipos de asteroides, como los de tipo C.

Una muestra diminuta pero impactante

El estudio se centró en una diminuta partícula de polvo, de unos 150 micrómetros de diámetro, de la que se extrajo para su análisis una minúscula sección de unas 5 micras de ancho, lo justo para cubrir una sola célula de levadura.

Se emplearon varias técnicas para eliminar posibles fuentes de contaminación por cloruro sódico, como el sudor humano, los procesos de preparación de muestras y la exposición a la humedad del laboratorio.

En el proceso de investigación, los investigadores emplearon un disco de diamante para cortar meticulosamente el epoxi y mostrar una sección transversal del interior de la partícula de polvo. Los detalles intrincados de esta sección se muestran en la imagen captada con un microscopio electrónico. Crédito: Shaofan Che y Tom Zega/Universidad de Arizona.

Reforzar la hipótesis

Los investigadores, mediante meticulosas comparaciones y experimentos de control, determinaron que la sal de la muestra era originaria del asteroide Itokawa, lo que ofrecía pruebas convincentes de su presencia en los primeros tiempos del sistema solar.

Los investigadores de Zega subrayaron la importancia de los impactos de asteroides en el suministro de agua a la Tierra, arrojando nueva luz sobre el concepto de que los asteroides podrían haber sido mucho más “húmedos” de lo que se suponía hasta ahora.

Según el estudio de Itokawa, un asteroide cercano a la Tierra con forma de cacahuete, el agua congelada y el cloruro de hidrógeno podrían haberse acumulado allí debido a procesos naturales de generación de calor, probablemente originados por la desintegración de elementos radiactivos y el frecuente bombardeo de meteoritos.

Durante la preparación de un corte fino en el laboratorio, Che y Zega envolvieron cuidadosamente en resina epoxi una partícula de polvo del asteroide Itokawa. En la escala proporcionada se muestra una medida de 200 micrómetros, aproximadamente equivalente a la anchura de dos o tres cabellos humanos colocados uno al lado del otro. Fotografía: Shaofan Che y Tom Zega/Universidad de Arizona.

La promesa de la química del agua

El descubrimiento abre la puerta a interesantes posibilidades de la química del agua en el interior de los asteroides, desafiando los supuestos convencionales sobre estos cuerpos celestes y sus posibles contribuciones a nuestra comprensión de la historia temprana de la Tierra.

Por otra parte, la evidencia de vetas de alteración ricas en cloruro sódico dentro de la muestra apoya la conclusión de que el agua moldeó significativamente la historia del asteroide.

Como conclusión, la presencia de cristales de sal en una muestra de asteroide puede parecer insignificante. Sin embargo, tiene implicaciones de gran alcance para nuestra comprensión del sistema solar primitivo y de los orígenes del agua en la Tierra.

La investigación ofrece una visión tentadora de los mundos ocultos de los asteroides y del papel que pueden haber desempeñado en la formación de la historia de nuestro planeta.


Read the original article on Scitechdaily.

Read more: Dimethyl Ether Was Discovered in a Planet-forming Disc for the First Time.

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