El arroz integral tiene más arsénico, pero merece la pena comerlo

Un estudio reciente realizado en EE.UU. confirma que el arroz integral contiene más arsénico que el arroz blanco.
Es comprensible que esto levante algunas cejas, ya que el arsénico es un elemento tóxico bien conocido. Sin embargo, las concentraciones encontradas en el arroz integral están muy por debajo de cualquier umbral que suponga un peligro para la salud humana. Y al igual que otros cereales integrales, el arroz integral sigue siendo un componente clave de una dieta nutritiva.
Para poner las cosas en perspectiva, es útil recordar un concepto fundamental de la toxicología: la dosis hace el veneno. Incluso las sustancias consideradas nocivas pueden ser seguras -o incluso beneficiosas- cuando se consumen en cantidades muy pequeñas.
El arsénico está presente de forma natural en el suelo y las aguas subterráneas, por lo que no es raro que aparezcan trazas en los alimentos, incluido el arroz.
Lo que subraya este nuevo estudio es que los niveles de arsénico detectados en el arroz integral están dentro de los límites de seguridad. La verdadera preocupación depende tanto de la cantidad como de la frecuencia de la ingesta.
Para el consumidor medio, la cantidad de arsénico ingerida por el consumo ocasional de arroz integral es extremadamente baja y no supone una preocupación significativa.
A pesar de ello, los resultados del estudio han dado lugar a algunos titulares sensacionalistas. Algunos medios de comunicación declararon: Metal tóxico vinculado al cáncer y el autismo detectado en el arroz integral: ¿es hora de replantearse este alimento «saludable»? O: ¿El arroz integral no es tan seguro como creías? Nuevos datos revelan altos niveles de carcinógenos.
Palabras como «pesticidas», «conservantes» y «metales pesados» pueden sonar ciertamente aterradoras cuando se sacan de contexto. Pero en realidad, las mayores amenazas para la salud pública no proceden de trazas de sustancias químicas en nuestros alimentos, sino de nuestros hábitos alimentarios en general.
En lugares como el Reino Unido, menos de una de cada 1.000 personas cumple plenamente las recomendaciones dietéticas nacionales. Eso significa que la mayoría de nosotros no comemos suficiente fruta, verdura o cereales integrales, y ése es un problema mucho más acuciante.
De hecho, la alimentación poco saludable ha superado al tabaco y al alcohol como principales causas de enfermedad y muerte prematura en todo el mundo. ¿Dos problemas dietéticos importantes? El consumo excesivo de sal y la falta de cereales integrales.
Las cardiopatías llevan años siendo la principal causa de muerte en todo el mundo, cobrándose alrededor de 20 millones de vidas al año, superando incluso al COVID-19 durante el apogeo de la pandemia. Una de las formas más sencillas de protegerse es comer más cereales integrales.

Sí, el arroz integral contiene más arsénico que el blanco. Pero optar por no consumirlo (o evitar los cereales integrales en general) podría aumentar los riesgos para la salud. Si el arroz integral no es lo tuyo, otras opciones de cereales integrales son la avena, la quinoa, la cebada o la pasta y el pan integrales.
Si tienes la suerte de poder decidir lo que comes, merece la pena que te plantees hasta qué punto tus hábitos alimentarios se ajustan a las directrices nutricionales. Si ya vas por buen camino, fantástico: sigue así. Si no, empieza poco a poco añadiendo más cereales integrales y reduciendo el sodio.
Y si todavía tienes dudas sobre el arroz integral, no pasa nada. Elige un cereal integral que se adapte a tus gustos. Pero no deje que un detalle mal entendido sobre el arsénico le impida tomar una de las mejores decisiones para su salud a largo plazo.
Read the original article on: Science Alert
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