Los científicos dicen que comer menos puede alargar la vida, pero hay un inconveniente oculto

Reducir la ingesta de calorías y retrasar regularmente las comidas podría ser un método eficaz para alargar la esperanza de vida, pero puede haber contrapartidas. Un amplio estudio estadounidense en el que participaron casi 1.000 ratones indica que, si bien la restricción alimentaria provoca cambios metabólicos y una disminución de la masa corporal, estos efectos podrían suponer riesgos para la salud de ciertos individuos.
Numerosos estudios han demostrado sistemáticamente que reducir la ingesta de calorías alarga la vida de diversos animales, como monos, moscas de la fruta, ratones y nematodos. Sin embargo, debido a los problemas éticos y logísticos de la investigación con humanos, no está claro si ocurre lo mismo con ellos.
Los estudios observacionales sobre restricciones calóricas menos extremas, como el ayuno intermitente, sugieren que las limitaciones dietéticas pueden ofrecer beneficios que reduzcan el riesgo de muerte prematura. Los estudios sobre salud también indican beneficios potenciales como la reducción del peso y la grasa corporal, así como de los riesgos cardiometabólicos, lo que podría contribuir a alargar la esperanza de vida. Sin embargo, el pequeño tamaño de las muestras y la corta duración de los estudios dificultan la relación directa entre estos factores y la prolongación de la vida.
Un estudio revela el impacto de la restricción calórica y el ayuno intermitente en la esperanza de vida de los ratones
En un estudio reciente, los investigadores evaluaron los efectos de distintos niveles de restricción calórica y ayuno intermitente en 960 ratones hembra genéticamente diversos. Los resultados confirmaron hallazgos anteriores según los cuales el hambre moderada conduce a vidas ligeramente más largas. Los ratones con la reducción calórica más significativa perdieron casi una cuarta parte de su peso a los 18 meses, en comparación con los que siguieron una dieta regular, que ganaron más de una cuarta parte de su peso corporal. Además, los ratones que seguían una dieta más restrictiva vivían una media de 9 meses más, lo que supone un aumento de la esperanza de vida del 35%.

Variabilidad en la esperanza de vida de los ratones con restricción calórica
Los promedios no reflejan toda la variación dentro de cada grupo de restricción calórica. Aunque algunos ratones sometidos a dietas estrictas vivieron bastante más que sus compañeros, muchos murieron a edades diferentes. Parecía como si ciertos factores negativos pesasen más que los beneficios potenciales de una dieta baja en calorías para algunos individuos.
De hecho, los ratones que conservaron más peso dentro de los grupos con restricción calórica fueron los que vivieron más tiempo, lo que indica que la regulación metabólica probablemente no sea la razón de su mayor longevidad. Según el estudio, la genética desempeñó un papel mucho más importante en la determinación de la longevidad. Los ratones que mantenían el peso en situaciones de estrés y los que tenían más glóbulos blancos y menos variación en el tamaño de los glóbulos rojos tenían más probabilidades de vivir más tiempo.
En pocas palabras, los ratones resistentes y bien equipados tenían más posibilidades de sobrevivir a los retos de la vida y vivir más tiempo. La razón exacta por la que el ayuno o la reducción de calorías ayudaron a algunos ratones a prolongar su vida sigue siendo incierta, pero parece implicar algo más que la pérdida de peso o el metabolismo.
Aunque existen claras diferencias entre ratones y humanos, este estudio nos invita a reconsiderar cómo vemos la relación entre dieta, salud y longevidad. Dicho esto, las restricciones dietéticas siguen teniendo un papel en el mantenimiento de un metabolismo sano. Aunque en última instancia sean los genes los que determinen nuestra esperanza de vida, mantenerse sano es probablemente tan importante como vivir más, si no más.
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