El consumo de alimentos saludables provoca la liberación de serotonina en el cerebro

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Los investigadores han descubierto una intrigante conexión entre el intestino y el cerebro: consumir alimentos nutritivos desencadena la liberación de serotonina, una sustancia química que produce bienestar. Este descubrimiento allana el camino para posibles nuevos tratamientos de los trastornos alimentarios.
Estudios recientes han puesto de relieve el importante vínculo existente entre el intestino y el cerebro. La alimentación es especialmente importante porque implica la respuesta del sistema nervioso a señales ambientales (como el aroma de los alimentos), fisiológicas y metabólicas.
Investigadores de la Universidad de Bonn (Alemania) y la Universidad de Cambridge (Reino Unido) han realizado recientemente un estudio para explorar la conexión entre el esófago y el cerebro durante la comida, centrándose específicamente en las interacciones que se producen al tragar los alimentos.
«Nuestro objetivo era conocer en detalle cómo se comunica el aparato digestivo con el cerebro al ingerir alimentos», explica Michael Pankratz, autor principal del estudio, del Instituto de Ciencias Médicas y de la Vida (LIMES) de la Universidad de Bonn. «Para lograrlo, necesitábamos identificar las neuronas implicadas en este flujo de información y entender cómo se activan».
Los investigadores optan por larvas de mosca de la fruta para estudiar las conexiones neuronales, utilizando la microscopía electrónica para una reconstrucción detallada
En lugar de analizar los aproximadamente 100.000 millones de neuronas del cerebro humano, los investigadores optaron por estudiar larvas de mosca de la fruta, que tienen entre 10.000 y 15.000 neuronas. Cortaron las larvas en miles de secciones finas y las escanearon con un microscopio electrónico. Estos escáneres se utilizaron después para reconstruir todas las neuronas y órganos diana de un nervio que conecta el sistema gastrointestinal de la larva con el cerebro.
«Utilizamos un ordenador de alto rendimiento para crear imágenes tridimensionales a partir de estos escáneres», explicó Pankratz, lo que permitió al equipo cartografiar las conexiones entre las células nerviosas, sinapsis por sinapsis.
Los investigadores identificaron un tipo de «receptor de estiramiento» en el esófago de las larvas vinculado a un grupo de seis neuronas productoras de serotonina en el cerebro. La serotonina, conocida por su papel en la regulación del estado de ánimo y la creación de sentimientos de euforia, reveló respuestas intrigantes de estas neuronas a los alimentos consumidos.
«Pueden identificar si algo es comida y evaluar su calidad», explicó Andreas Schoofs, autor principal del estudio en el Instituto LIMES. «La serotonina sólo se produce en respuesta a alimentos de alta calidad, lo que anima a la larva a seguir comiendo».
Las neuronas actúan como control de calidad de los alimentos nutritivos, desencadenando la liberación de serotonina y la continuación de la ingesta
Por «comida de buena calidad», los investigadores entienden comida con valor nutritivo y no de calidad gourmet. Esto sugiere que las neuronas actúan como una forma de control de calidad de los alimentos ingeridos.
Los alimentos nutritivos son percibidos por el cerebro como una recompensa, lo que provoca la liberación de serotonina, que hace que las larvas se sientan bien y las incita a seguir comiendo. Dado su papel crucial en la supervivencia, los investigadores creen que este mecanismo también podría estar presente en los seres humanos.
«A pesar de las diferencias en los tipos de células entre moscas y mamíferos, sería interesante investigar si la serotonina también desempeña un papel en el control de acciones esenciales como tragar en los mamíferos», señalan los investigadores.
Si esta conexión esófago-cerebro existe en humanos, podría ofrecer un nuevo enfoque para tratar trastornos alimentarios como la anorexia o los atracones. Sin embargo, aún queda mucho por investigar.
«Aún no sabemos cómo funciona este circuito de control en humanos», afirma Pankratz. «Todavía hacen falta años de investigación para explorar este campo».